¿De verdad sabes qué significa ser bipolar?
- Dr. Víctor Luis Figueroa Alvarado
- 7 oct
- 4 Min. de lectura

En la calle es común escuchar frases como: “ese jefe es bipolar” para referirse a alguien malhumorado, o “ella es bipolar” para describir a una pareja inestable. El término se usa como sinónimo de indecisión o incluso como insulto. Pero detrás de esa palabra mal empleada hay un diagnóstico real que afecta aproximadamente al 1–2% de la población mundial, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), y que conlleva un sufrimiento profundo tanto para quien lo vive como para su entorno.
Qué es realmente el trastorno bipolar
El trastorno bipolar no es cambiar de ánimo “de un día para otro”. Se caracteriza por episodios prolongados que duran semanas o meses. Estos episodios pueden ser de depresión, de manía, de hipomanía o, en algunos casos, de una combinación de síntomas.
Los principales subtipos clínicos son:
Trastorno bipolar tipo I: caracterizado por al menos un episodio de manía. Puede acompañarse o no de depresión. En la manía, la persona presenta un ánimo elevado o irritable, exceso de energía, poca necesidad de dormir, impulsividad extrema y conductas que pueden tener consecuencias graves, como gastos descontrolados o decisiones arriesgadas.
Trastorno bipolar tipo II: incluye episodios de hipomanía (menos intensos que la manía, sin llegar a la pérdida total de juicio) alternados con episodios depresivos. Muchas veces se confunde con depresión recurrente.
Ciclotimia: se manifiesta como fluctuaciones crónicas entre síntomas hipomaníacos y depresivos leves, que duran al menos dos años y generan un desgaste significativo en la vida diaria.
Fases mixtas: estados en los que coexisten síntomas de depresión y de manía/hipomanía al mismo tiempo (por ejemplo, tristeza profunda con pensamientos acelerados y gran agitación). Estas fases son especialmente peligrosas porque aumentan de forma importante el riesgo de suicidio.
Cómo reconocer los síntomas
Algunas señales que deberían llamar la atención son:
Episodios depresivos: tristeza intensa, pérdida de energía, falta de interés en actividades habituales, alteraciones del sueño y pensamientos de desesperanza.
Episodios maníacos: energía desbordada, disminución drástica de la necesidad de dormir, ideas grandiosas, exceso de habla, impulsividad extrema y conductas de riesgo.
Hipomanía: aumento de energía y productividad, mayor sociabilidad, menor necesidad de dormir, pero sin llegar a la pérdida de contacto con la realidad que caracteriza a la manía.
Patrones prolongados: cambios emocionales que no duran horas, sino semanas o meses, y que impactan de manera directa en la vida laboral, familiar o académica.
Ejemplos cotidianos ayudan a entenderlo: alguien en hipomanía puede pasar noches trabajando sin descanso convencido de que “tiene un plan brillante”; en la manía, esa misma persona podría invertir todos sus ahorros en una idea irrealizable; y en depresión, levantarse de la cama se convierte en una tarea titánica.
El diagnóstico que tarda años
La mayoría de los pacientes recibe el diagnóstico correcto entre 7 y 10 años después de los primeros síntomas. La razón es que suelen buscar ayuda durante las fases depresivas y son tratados como si tuvieran depresión unipolar. También puede confundirse con trastorno límite de la personalidad o con TDAH, retrasando aún más la identificación.
Ese retraso tiene un alto costo: años de sufrimiento, proyectos interrumpidos, rupturas de pareja, deudas económicas y, en algunos casos, consumo problemático de alcohol o drogas como forma de automedicación.
No solo sufre la persona diagnosticada. Las familias viven la frustración de no entender lo que ocurre, se desgastan con los altibajos y pueden sentirse impotentes ante conductas que parecen inexplicables.
Riesgos asociados y la importancia del tratamiento
El trastorno bipolar no tratado puede ser devastador. Se estima que entre el 15% y el 20% de las personas con este diagnóstico mueren por suicidio, según datos del National Institute of Mental Health (NIMH). También hay un mayor riesgo de enfermedades médicas, como cardiovasculares y metabólicas.
Afortunadamente, existen tratamientos efectivos. Los estabilizadores del ánimo, algunos antipsicóticos atípicos y, en casos específicos, antidepresivos cuidadosamente supervisados, son la base farmacológica. A esto se suma la psicoeducación, la terapia cognitivo-conductual adaptada al trastorno bipolar y el acompañamiento familiar. De hecho, la psicoeducación a familiares es uno de los factores que más reducen las recaídas.
El peso del estigma cultural
En República Dominicana (como en muchos países latinoamericanos) palabras como “loco”, “maniático” o “bipolar” se usan para descalificar. Pero el lenguaje no es inocente: cada vez que reducimos un diagnóstico a una burla, reforzamos el miedo y la vergüenza que mantienen a las personas lejos del tratamiento.
Una mirada esperanzadora, pero realista
El trastorno bipolar es serio, pero no es una condena. Con diagnóstico temprano y tratamiento adecuado, es posible llevar una vida plena. Habrá recaídas (porque forman parte de la enfermedad), pero la clave está en disminuir su frecuencia e intensidad, en construir apoyos sólidos y en reconocer los síntomas de manera temprana.
La próxima vez que estés tentado a llamar “bipolar” a alguien como un insulto, recuerda: hablamos de una condición que puede ser dolorosa y peligrosa, pero que también puede tratarse. Y que lo que más necesitan quienes la viven no es burla, sino comprensión, ciencia y humanidad.
Referencias
Colom, F., & Vieta, E. (2004). Psychoeducation manual for bipolar disorder. Cambridge University Press.
Grande, I., Berk, M., Birmaher, B., & Vieta, E. (2016). Bipolar disorder. The Lancet, 387(10027), 1561–1572.
Hirschfeld, R. M. A., Lewis, L., & Vornik, L. A. (2003). Perceptions and impact of bipolar disorder: How far have we really come? Results of the National Depressive and Manic-Depressive Association 2000 Survey of Individuals with Bipolar Disorder. Journal of Clinical Psychiatry, 64(2), 161–174.
McIntyre, R. S., et al. (2020). Bipolar disorder and medical comorbidity: A systematic review and meta-analysis. Journal of Affective Disorders, 263, 1–10.
National Institute of Mental Health (NIMH). (2023). Bipolar Disorder. https://www.nimh.nih.gov/health/topics/bipolar-disorder
Organización Mundial de la Salud (OMS). (2022). Mental disorders. https://www.who.int/news-room/fact-sheets/detail/mental-disorders




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