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Cerebro racista

  • Foto del escritor: Dr. Víctor Luis Figueroa Alvarado
    Dr. Víctor Luis Figueroa Alvarado
  • 7 jun 2020
  • 6 Min. de lectura

Actualizado: 8 jun 2020

Biología o crianza



María Alejandra Correa Oliveira

Psicólogo clínico

Neuropsicólogo clínico

Psicoterapeuta


Santo Domingo, 07 de junio de 2020




Las razas



No puede existir el racismo sin razas, estas últimas han sido observadas en diferentes especies incluidas los humanos, así como la percepción de la dominancia social, que es fundamental para el bienestar de los individuos, pues permite la organización de la especie y asegura la supervivencia.



Pero incluso el concepto de razas ha evolucionado desde la idea estática de tipos raciales: una abstracción (porque no era fácilmente comprobable) de un grupo de características físicas y “morales” que pasaban de una generación a otra sin modificación alguna. Hasta la definición actual que plantea que las razas se diferencias genéticamente hablando y que varían de una generación a otra en función de la relación con el entorno (fenómeno que se conoce como epigenética).


La dominancia social como base de la discriminación


El dominio social significa que algunos sujetos tendrán mayor acceso a los mejores recursos disponibles, especialmente si se dan en situaciones de competitividad.


En los humanos lo podemos apreciar a nivel socieconómico y sociopolítico, la jerarquía se establece en forma de monopolios, estratos sociales, monarquías, dictaduras, los antiguos sistemas de castas, el sexismo, racismo, xenofobia y en general en las relaciones humanas cotidianas entre padres e hijos, esposos, colegas, jefes y empleados, alumnos y profesores, etc.


La dominancia social surge de aspectos biológicos como la fuerza, el estilo de personalidad, así como de la historia de victorias previas sobre otras razas o grupos sociales, por ejemplo, ganar guerras o la típica sublimación de conflictos: el deporte.


Un poco de historia


El criterio de clasificación establecido es el color de la piel, el cabello, la forma de las orejas y el sexo (porque se asocia a la fuerza) e incluso a la inteligencia, siendo esto un asunto de percepción, pues es claro que los hombres desarrollaban ciertas habilidades solo porque se involucraban en más actividades y tenían mayor acceso a los recursos.


También se llegó a pesar que la raza determinaba la moral de las personas y de los grupos sociales. El comportamiento de una persona, se asocia a rasgos psicológicos, físicos y genéticos.


Se han vulgarizado y reinterpretado conceptos Darwinianos como la lucha por la supervivencia. Además, se mantiene vigente en la mente de algunas razas la existencia de un complot de las minorías que amenaza con destronarlas, por lo cual está justificado mantenerlos a raya.


El uso del color para legitimizar la discriminación



En las tribus indoeurpoeas 2 mil a.C, se usó el concepto de varna para hacer distinción social. La clasificación se basaba en el color de la piel. Esto vuelve a ocurrir en el siglo XV en el encuentro ibérico con la India.


Durante el renacimiento la biblia jugo un papel fundamental para la discriminación, pues se da una asociación entre el judaísmo al diablo y a la brujería y se plantea a un Jesús caucásico, cuando por su procedencia era evidente que no podía ser así.


En China ocurrió lo mismo, se discriminaba geográficamente, así, aquellos que vivían fuera de la ciudad era considerado un Bárbaro, mientras que la élite eran quienes poseían valores éticos y morales superiores.



Los movimientos independentistas del siglo XIX proclamaron la igualdad de todas las razas, pero solo de manera formal, trayendo como consecuencia la intensificación del racismo, pues las relaciones humanas eran menos rígidas, pero más competitivas.


Entonces nació una nueva forma de nacionalismo que tuvo gran éxito, especialmente en Alemania, aunque también en Estados Unidos y en otros países de Europa. Se instauró el concepto de antisemitismos que trajo como consecuencia la Segunda Guerra Mundial y un grave perjuicio a los judíos ya que eran considerados la antítesis de los alemanes.


Se hicieron estudios que avalaban la eugenesia y la inferioridad de judíos, gitanos y de todas las otras razas en general, esto fue denominado el racismo científico.



En el siglo XX, el racismo era la norma y tratando de mantener un supuesto respeto hacia la clase afrodescendiente, se impusieron leyes que prohibían los matrimonios y las reuniones interraciales y se implementaron los baños por miedo a las enfermedades que pudieran transmitirse.


Finalmente, el Movimiento por los Derechos Civiles se crea y se prohíbe la segregación racial en los años 60, pero esto tuvo una razón básicamente política, pues este ideal representaba una amenaza internacional debido a la injerencia de la Unión Soviética en África y Asia en las regiones que habían sido descolonizadas


El racismo institucionalizado se cae con el Apartheid, pero sigue en el cerebro de todos, sino… responda la pregunta de la profesora Janet Elliott “¿le gustaría ser tratado como un negro?”


¿Qué dicen las neurociencias?




El cerebro está en constante interrelación con el ambiente, llevando a modificarlo por medio de huellas de memoria que pueden generar cambios estructurales microscópicos y que se evidencia a través del aprendizaje y las conductas.


Suponga que usted es nieto de un español que emigró a Latinoamérica o el Caribe, siempre ha tenido la idea de que su familia ha sido criada con valores mejores y que culturalmente está por encima de los nativos (este es el discurso de sus abuelos). Además, esta idea la corrobora el hecho de que la mayoría de los grandes emporios han sido creados por europeos.


Un día un delincuente de tez, tal vez, un poco más oscura que la suya lo ha robado… entonces su mente comienza a configurar ideas que rigen su percepción hacia las personas de color. De allí surgen esquemas cognitivos que frente a cualquier situación que ocurra lo llevan a activar errores del tipo “TODOS los negros son delincuentes”, “los blancos somos SIEMPRE más educados”, “NUNCA he visto a un blanco implicado en un lío en la calle”, etc.


Solo cosas como la muerte de George Floyd lo hacen cuestionarse esta idea, pero es posible que, pasado el furor usted vuelva a sus concepciones previas.


¿Qué ocurre dentro de nuestro cuerpo que puede explicar el racismo? (aunque no justificarlo)


Genes, hormonas, neurotransmisores y cognición


El estrés que genera el poco acceso a recursos de calidad, el perder frente a otros oponentes, la frustración y la impotencia, pueden llevar a que el cuerpo de respuestas típicas de ansiedad.



Para explicarlo en términos sencillos, el estrés es como un ácido que lesiona muchos de los sistemas corporales (cerebro, corazón, riñones, pulmones, páncreas…) y por increíble que parezca, también afectan las hormonas sexuales y desmejoran la calidad del sexo y la reproducción.


Estos cambios si son sostenidos en el tiempo, como ha sido el caso del racismo históricamente, pueden derivar en cambios genéticos y en la expresión de dichos genes (epigenética).


Sumemos a esto la crianza, que como ya hemos visto moldea la forma en que vemos el mundo, este fenómeno tiene, al menos, dos consecuencias:


1. Percepción del mundo distorsionada que lleva a una cascada de conductas, pensamientos y emociones que solo mantienen las ideas racistas y las ideas del desvalido, entonces, todos comenzamos a jugar un papel que ha sido preconcebido para nosotros y que probablemente, no tengamos deseos de gastar energía mental para romper el patrón.


2. Por otro lado, esta forma de ver el mundo, conlleva a cambios a nivel cerebral, cambios a nivel estructural microscópicos que se manifiestan en el aprendizaje. Pero este aprendizaje y modo de relacionarnos con el mundo, puede llevar a alteraciones en la forma en que los químicos cerebrales se producen e interaccionan entre sí, aumentando la posibilidad de trastornos afectivos y de la personalidad, entre otros.


Incluso, tenemos áreas y circuitos cerebrales que se activan cuando se trata de jerarquías sociales, circuitos que pueden operar de forma distintas según la situación y el impacto emocional y cognitivo que genere en nosotros conllevando a una conducta en particular. Por ejemplo, si usted es víctima de un niño que intenta robarlo, probablemente intentará defenderse, pero su conducta será muy distinta si es una persona más fuerte. Lo mismo ocurre cuando está frente a su jefe o a una persona que es subordinado.


Un dato mas


El cerebro es tan increíble, que puede llegar a encontrar grandes diferencias entre el rostro de una persona de nuestra misma raza y no encontrar casi ninguna en una persona de raza distinta a la suya, o ¿no es común escuchar de forma jocosa que “todos los chinos son iguales”?


Sobre esto, un dato más, se ha visto un incremento del racismo hacia los asiáticos, pero es importante que sepamos que, el pueblo chino ha sufrido la pandemia tanto como nosotros. Además, debemos tener presentes que, debido al estilo de vida que llevamos en general todas las naciones del mundo, ninguna región está excepta de ser la que inicie una catástrofe de salud como la que vivimos actualmente.


Referencias


Tsao, D. (2006). A dedicater Sistem for Processing Face. Sciencie. 314 5796 pp 72-73. DOI: 10.1126/science.1135163

Buraschi, D. y Aguilar, M. (2019). Racismo y antirracismo: comprender para transformar. Ediciones de la Universidad de Castilla de la Macha. España

Campos Bueno, José Javier (2004) La evolución de la inteligencia. In Miscelánea en homenaje a Emiliano Aguirre. Comunidad de Madrid, Museo Arqueológico Regional, Madrid, pp. 102-119. ISBN 84-451-2655-5

res. “Los blancos son más inteligentes que los negros”

Ramírez, (2007). De genes, raza y racismo. Revista del Instituto Nacional de Higiene Rafael Rangel v.38 n.2

Knauth. L (2000). Los procesos del racismo. Desacatos no.4 México. versión On-line ISSN 2448-5144v.

Rizo, L. (2018). Neurobiología de la percepción de las jerarquías sociales: Revisión actual de la literatura. Revista de Neurociencias

Tsao, D.; Moeller, S. y Winrich, F. (2008). Comparing face patch systems in macaques and humans. ONAS 105 (49) 19514-19519.

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